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MISIÓN MUNDIAL

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  1. Unidad 1 Introducción al Curso.
    4 Temas
  2. Unidad 2 El Propósito de Dios
    6 Temas
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    1 Examen
  3. Unidad 3 El Plan de Dios
    4 Temas
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    1 Examen
  4. Unidad 4 La Oportunidad
    6 Temas
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    1 Examen
  5. Unidad 5 El Reino de Dios
    3 Temas
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    1 Examen
  6. Unidad 6 Cristo y el Reino
    4 Temas
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    1 Examen
  7. Unidad 7 El Evangelio del Reino
    7 Temas
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    1 Examen
  8. Unidad 8 Misión y la Iglesia
    4 Temas
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    1 Examen
  9. Unidad 9 El Ministerio Apostólico de Pablo
    5 Temas
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    1 Examen
  10. Unidad 10 El Objetivo de la Misión
    4 Temas
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    1 Examen
  11. Unidad 11 Cuatro mil años de la historia de la misión
    3 Temas
Lección 1, Tema 4
En Progreso

El poder para la evangelización del mundo

Avance de Lección
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EL PODER PARA LA EVANGELIZACION DEL MUNDO

En cuarto lugar, la Biblia nos garantiza el poder para la evangelización del mundo. No es necesario hacer énfasis en la necesidad que tenemos de recibir poder, ya que sabemos la debilidad e insuficiencia de los recursos humanos en comparación con la magnitud de la tarea que se tiene que realizar. También sabemos la dureza de las defensas del corazón humano. Y peor aún, sabemos también acerca de la realidad personal, la malevolencia y poder del diablo, y de las fuerzas demoníacas que están a su mando.

La gente demasiado sofisticada puede ridiculizar nuestra convicción y hasta hacerla ver como una caricatura. Pero nosotros los cristianos evangélicos debemos tener la fe suficiente para creer lo que enseñaron Jesús y los apóstoles. Para nosotros es una gran verdad lo que dice la expresión de Juan en cuanto a que “el mundo entero está bajo el dominio del diablo”, (I Juan 5:19). Porque en tanto Cristo no los libere y los traslade a su reino, todo hombre y mujer es esclavo de Satanás. Además, también podemos observar el poder del maligno en el mundo actual: en la oscuridad de la idolatría y en el temor a los espíritus; en la superstición y el fatalismo; en la devoción a dioses que no son dioses; en el materialismo egoísta del Occidente, en la proliferación del comunismo ateo y de los cultos irracionales; en la violencia y agresividad, y en la desviación tan difundida de toda norma de la verdad y la bondad. Todo esto es la obra de aquel que la Escritura llama mentiroso, engañador, calumniador y homicida.

Por lo tanto, la conversión y regeneración cristiana continúan siendo milagros de la gracia de Dios. Son la culminación de la lucha de poder entre Cristo y Satanás, o (en una descripción vívidamente apocalíptica) entre el Cordero y el Dragón. El saqueo de la casa del hombre fuerte es posible sólo porque éste ha sido atado por Aquel que es aún más fuerte y quien a través de su muerte y resurrección, ha deshecho y destruido las obras y principados de los poderes del mal (Mateo 12:27-29; Lucas 11:20-22; Colosenses 2:15).

¿Cómo podremos pues, tomar posesión de la victoria en Cristo y derribar las obras del diablo? Dejemos que Lutero nos dé la respuesta a esta pregunta: ein wortlein will ihn fallen (“una pequeña palabra lo derribará”). Hay poder en la Palabra de Dios y en la predicación del evangelio. Quizás, la expresión más dramática en cuanto a esto en el Nuevo Testamento se encuentra en 11 de Corintios 4. Pablo describe al “dios de este siglo” quien ha “cegado las mentes de los incrédulos para que no vean la luz del evangelio y la gloria de Cristo…” (versículo 4).

Si las mentes están cegadas, ¿cómo podrán entonces ver?, Sino mediante el poder creador de la Palabra de Dios. Porque Dios fue quien dijo “y brille la luz en las tinieblas’: La cual ha brillado en nuestros corazones para “dar la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la persona de Cristo” (versículo 6). Así que, vemos que el apóstol compara el corazón no regenerado al caos original de la oscuridad, y atribuye la regeneración al mandato divino “Sea la luz.”

Si Satanás ciega las mentes de los hombres, y Dios brilla en el corazón de las gentes, ¿cómo podemos nosotros contribuir a dicho encuentro? ¿No sería más fácil que nos retirásemos del campo de batalla y dejar que ellos dirijan la situación? No, esa no es la conclusión a que llega Pablo.

Por el contrario, entre los versículos 4 y 6, los cuales describen las actividades de Dios y Satanás, el versículo 5 describe el trabajo del evangelista: “Nosotros predicamos… a Cristo como Señor.” Debido a que el diablo quiere evitar que la gente vea la luz y que Dios brille en sus corazones, y debido a que dicha luz es el evangelio, ¡más vale que la prediquemos! La predicación del evangelio, lejos de ser innecesaria, es indispensable. Es el medio señalado por Dios para derrotar al príncipe de las tinieblas, y para que la luz brille en el corazón de las personas. Hay poder en el evangelio de Dios, es su poder para salvación (Romanos 1 :16).

Puede ser que seamos débiles. A veces yo quisiera que fuésemos aún más débiles. Confrontados con las fuerzas del mal, a veces somos tentados a dar una exhibición de poder cristiano y de involucrarnos en una pequeña trifulca evangélica de sablazos. Pero, es en medio de nuestras debilidades donde se perfecciona el poder de Cristo, y en la debilidad de las palabras humanas se manifiesta el poder del Espíritu. Por lo tanto, vemos que cuando somos débiles es cuando somos fuertes (I Corintos 2:1-5;11 Corintos 12:9-10).

¡DEJEMOS QUE FLUYA EN EL MUNDO!

No consumamos nuestras energías argumentando acerca de la Palabra de Dios; más bien, empecemos a usarla. Esta comprobará su origen divino mediante el poder divino. ¡Dejémosla fluir en el mundo! Si cada misionero y evangelista cristiano proclamara el evangelio bíblico con fidelidad y sensibilidad, y si todo predicador cristiano fuera un fiel expositor de la Palabra de Dios, entonces El desplegaría su poder salvador.

Sin la Biblia, la evangelización del mundo sería imposible, ya que, sin ella, no tenemos ningún evangelio que llevar a las naciones, ni autorización para hacerlo, ni idea de cómo realizar la tarea y tampoco la más leve esperanza de éxito. La Biblia es quien nos da el mandato, el mensaje, el modelo y el poder que necesitamos para la evangelización mundial. Así que, volvamos a tomar posesión de esto mediante el estudio concienzudo de ella y la oración. Demos oídos a su llamada, retengamos su mensaje, sigamos sus instrucciones y confiemos en su poder. Alcemos nuestras voces y comuniquemos su mensaje.

7. Según Stott, ¿qué debemos hacer en vez de consumir nuestras energías en argumentos acerca de la Palabra de Dios? ¿Qué resultará?