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MISIÓN MUNDIAL

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  1. Unidad 1 Introducción al Curso.
    4 Temas
  2. Unidad 2 El Propósito de Dios
    6 Temas
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    1 Examen
  3. Unidad 3 El Plan de Dios
    4 Temas
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    1 Examen
  4. Unidad 4 La Oportunidad
    6 Temas
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    1 Examen
  5. Unidad 5 El Reino de Dios
    3 Temas
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    1 Examen
  6. Unidad 6 Cristo y el Reino
    4 Temas
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    1 Examen
  7. Unidad 7 El Evangelio del Reino
    7 Temas
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    1 Examen
  8. Unidad 8 Misión y la Iglesia
    4 Temas
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    1 Examen
  9. Unidad 9 El Ministerio Apostólico de Pablo
    5 Temas
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    1 Examen
  10. Unidad 10 El Objetivo de la Misión
    4 Temas
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    1 Examen
  11. Unidad 11 Cuatro mil años de la historia de la misión
    3 Temas
Lección 1, Tema 2
En Progreso

El mensaje para la evangelización del mundo

Avance de Lección
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EL MENSAJE PARA LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO

(En segundo lugar, la Biblia nos proporciona el mensaje para la evangelización del mundo. El tratado de Lausana (conferencia internacional sobre la evangelización mundial) definió la evangelización en términos del evangelio. El párrafo cuatro comienza de la siguiente manera: “Evangelizar significa el predicar las buenas nuevas de que Cristo murió por nuestros pecados y que se levantó de entre los muertos conforme a las Escrituras, y que como Señor, ahora nos ofrece el perdón de nuestros pecados y el don liberador del Espíritu Santo a todos aquellos que se arrepienten y creen.”

Así que, nuestro mensaje proviene de la Biblia. Sin embargo, a medida que nos dirigimos a ella para basar nuestro mensaje, de inmediato nos enfrentamos con un dilema. Por un lado, se nos ha dado un mensaje ya definido. Este mensaje no tenemos que inventarlo. Simplemente nos ha sido confiado como un “depósito” precioso, el cual, como mayordomos fieles, debemos guardar y dispensar a la casa de Dios, dicho mensaje no se nos ha entregado a la manera de una simple y sencilla fórmula matemática, sino que nos ha sido dado en una diversidad de formas, en las cuales se utilizan una amplitud de ejemplos y metáforas.

Así que, hay un solo evangelio, en el cual todos los apóstoles coincidieron (I Corintos 15:11), y Pablo, aun se atrevió a llamar anatema contra Dios a todo aquel—incluyéndose a sí mismo—que predicara un evangelio diferente al evangelio apostólico de la gracia de Dios (Gálatas 1:ó-8). Sin embargo, los apóstoles predicaron este mismo evangelio en diversas maneras – ora mesiánico (la presentación de la ley prometida de Dios); —ora legal (el gran Juez pronunciando justos a los injustos);—ora personal (el Padre reconciliándose con sus hijos descarriados); – ora Salvador (el Libertador Celestial viniendo a auxiliar a los desamparados);—ora cósmico (el Señor del universo reclamando su dominio universal),y todo esto es tan sólo una parte de todo lo que es. Así que, tenemos que saber el evangelio es uno solo, sin embargo, es diverso. Ya está definido, pero también se adapta culturalmente a todos aquellos a quienes se predica. Una vez que comprendemos esto, evitamos caer en dos errores opuestos: el primero lo llamaremos “fluidez completa.” No hace mucho escuché al líder de una iglesia inglesa decir que no existe tal cosa como “evangelio definido”, sino hasta que nos encontramos en el momento de testificar, entonces empezamos a definir el evangelio. Continuó diciendo que en ningún caso debemos estar preparados, porque debemos estar sensibles a descubrir el evangelio cuando llegamos al punto de la testificación. Estoy de acuerdo totalmente, en que tenemos que estar muy sensibles en cada situación. Pero, si ese es el punto al que dicho líder en cuestión estaba tratando de llegar, sencillamente hizo demasiado énfasis. Debemos reconocer que si existe un evangelio definido el cual no podemos darnos la libertad de falsificar.

El error opuesto lo llamaremos “rigidez estricta”. En tal caso, el evangelista se comporta como si Dios hubiera dado una serie de fórmulas precisas que habría que seguir más o menos palabra por palabra, y ciertas imágenes que invariablemente habría que utilizar. Esto nos llevaría a estar atados ya sea a las palabras o las imágenes, o a ambas cosas. Algunos evangelistas caen en lo que es pura palabrería; mientras que otros se sienten obligados a mencionar “la sangre de Cristo” en cada ocasión, o “la justificación por la fe”, o “el reino de Dios” o alguna otra imagen.

Entre estos dos extremos, existe un tercero que es mucho mejor. Combina el compromiso de la revelación con el compromiso de la contextualización. Acepta que solamente las formulaciones bíblicas del evangelio son permanentemente normativas, y que todo intento de proclamar el evangelio en el lenguaje moderno, deberá justificarse por sí mismo, como una expresión auténtica del evangelio bíblico.

Pero si se rehúsa rechazar las formulaciones bíblicas, también se deberá rehusar recitarlas en forma mecánica y sin imaginación. Contrariamente, tenemos que involucrarnos en la lucha continua (en oración, estudio y discusión) para relacionar el evangelio definido, con una situación determinada. Debido a que el evangelio proviene de Dios, debemos guardarlo; y ya que está dirigido a hombres y mujeres de los tiempos modernos, debemos interpretarlo. Debemos combinar la fidelidad (mediante el estudio constante del texto bíblico) con la sensibilidad (estudiando constantemente la escena contemporánea). Solamente así podremos esperar con seguridad y relevancia relacionar la Palabra al mundo, el evangelio, al contexto y la Escritura a la cultura.

3. En la parte del mensaje de la Biblia, el autor indica que sólo hay un evangelio, pero muchas formas, imágenes y metáforas que son usadas para comunicarlo. ¿Cuáles son los dos peligros que él menciona?

4. ¿Qué sugerencias da para que no caigamos en una de estas dos posiciones extremas?